Flores el 23F.

 

Alguien con quien avanzar de la mano. El abrazo permanente, invisible para los demás, pero imprescindible para mi. La complicidad y la confianza ciega, tan necesaria. Los ojos y el alma transparentes, imperfectos como la vida y esenciales como el agua. La salvación. Alguien que sepa que no eres de chocolate, pero te deje una bolsa de chuches en la puerta de casa cuando más te hace falta. El azúcar moreno que todo el mundo necesita, aunque no lo sepan, porque bendito azúcar. La máquina 24 horas de madrugada. El mar y todas sus marusías. Alguien que te escuche cuando nadie te oye y que mire lo que nadie ve. La que en sueños me acoge. Mi orgullo y mi saco de boxeo. Los días de lluvia. Los de sol. Los buenos y los malos. Mucho más que tener suerte.

 

Si cierro los ojos y pienso en ello, apareces ella.

Luces y sombras

Querernos como somos y no como nos gustaría que fueran. La paradoja de la vida es que cuando conoces a alguien especial, se vuelve especial por cómo te hace sentir, pro sus cualidades, por las luces que proyecta en tus sombras. En cambio, cuando todo eso ya forma una parte importante de ti, son sus osmbras las que opacan sus luces. Y cuando la sombre es demasiado grande, llega a doler, puede ser tan poderosa que pareciera no existir el sol. Por eso, cuando sientas que necesitas algo que no te dan, cuando pienses que ojalá fuera como tú quisieras que fuera, cuando necesites una atención y no te la den... Cuando todo eso ocurra, recuerda todas las luces que la hicieron especial. Y no dejes jamás que vuestras sombras opaquen vuestra magia. Hasta los faros proyectan sombras si los ves desde la perspectiva incorrecta.