Sentía esa necesidad que tan en el regazo albergaba. Y en cambio, llegado el momento que tanto buscaba, se quedaba sin voz, tan siquiera su hilo de voz se hacía sonar para decirlo en forma de susurro. No sentía, no entendía, y era feliz. Un daño que dolía y que olvidaba en sueños. Agarrados de la mano, un taxi sin dirección, ojos que besaban.
Estaban ebrios. Eso era todo.