miércoles, 7 de septiembre de 2011

Un toque de carmín

Echaba de menos el calor de unos brazos que incondicionalmente la protegiesen, ese aroma especial que la hiciera soñar despierta, el sonido de su teléfono cada cinco minutos diciéndolo todo y nada a la vez. Quería sentirse especial. Ponerse la ajustada minifalda negra que tanto le gustaba, su camiseta holgada caída de un hombro, un toque de carmín en sus labios y ataviarse con su más preciado perfume para así escuchar de nuevo esas palabras que tan feliz hacen a una mujer.


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