jueves, 19 de mayo de 2011

Chorroborros.

El tiempo pasaba lento. Decidí salir a pasear, sola, bajo un sol que apenas calentaba, cuando sin quererlo me sorprendí observándola. Está feliz, ajena a todo lo que la rodea. Quizás sea su cumpleaños, o quizás no. Seis años, no más. Estoy segura -pensé.

No entiende de política ni siente necesidad de hacerlo. La economía le aburre, mira de forma absurda la preocupación que causa en los adultos. No tiene horarios pero no le importa, no tiene prisa. Entonces es cuando reflexiva, una vez más, pienso: Yo también he sido así.  Todos hemos sido niños. Hasta los que hacen las guerras fueron niños. ¿Y ahora? ¿Qué soy? ¿En que me he convertido? ¿En que me han convertido?

Reflexiones así me sobran, día tras día, y sin embargo, todo esto sigue manejando mi vida. Me siento como una marioneta en este lugar, en este mundo hostil, de pobres o ricos, hombres o mujeres, blancos o negros… Chorroborros. Los detesto.

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