Era junio del 2012. B contoneaba sus caderas por la
playa sin importarle el que la gente de alrededor tuviera la vista fijada en
ese caminar exagerado. Me vino a la cabeza la canción Las chicas son guerreras y no pude evitar
sonreír.
- Y así, queridas amigas – dijo con ese tono
elocuente que usaba cuando quería que todas le prestásemos atención – es como
se conquista a un hombre. El mensaje tiene que ser ese: “se ve pero no se
toca”. Hay que dominar.
Se escuchó una carcajada general. Siempre creí
que acabaría siendo presidenta de España con ese talante que usaba en sus
discursos.
A enseguida puso el punto de vista romántico a la discusión.
A enseguida puso el punto de vista romántico a la discusión.
- Eso sirve para los chicos de una noche. En
realidad en el amor un hombre es igual a una mujer, buscan exactamente lo
mismo.
Me encantaba eso de A, pese a saber perfectamente lo que pasaba a
su alrededor siempre guardaba un halo de soñadora que nadie le podía arrebatar,
buscaba el amor más allá de lo que nuestra generación pretendía. Quería un amor
de película, de esos que rompen estadísticas.
A veces me sigo preguntando como podíamos ser tan amigas siendo tan diferentes.
Tal vez eso sea la amistad verdadera, conocer a alguien cuyas ideas te parecen
tan absurdas y locas que lo encerrarías en un manicomio y pese a ello quererlo
locamente. Fuera lo que fuese allí estábamos las seis, más unidas que
nunca. Los 20 años había llegado rápido y bruscamente, como si alguien entrara
en tu casa sin llamar por la mañana y estuvieras todavía en pijama. Creo que aún
no los habíamos asimilado, por lo menos no de la manera en que lo hicimos al
finalizar el verano.
Era junio del 2012 y ya estábamos a 27 grados.
Me encantan las noches de
verano. No necesitas medias e incluso sobra la chaqueta. Llevaba un vestido que
dejaba ver mis piernas todavía demasiado blancas como para presumir de moreno
pero ya con un cierto color. Me faltaban los últimos retoques aunque sabía que
acabaría llegando tarde, las doce siempre acababan siendo y cuarto para todas
excepto para C que seguía su propio ritmo y optaba por llegar a la una. Y eso en
sus mejores días. Hacía tiempo que nos habíamos rendido con ella.
Llegué acalorada. M y B estaban
ya esperando pero me recibieron con una sonrisa de todos modos. Supongo que ya
intuíamos una buena noche. Creo que era la primera vez en la que estábamos
todas solteras y eso creaba un ambiente especial. Aunque todas arrastrábamos
los últimos desengaños amorosos como podíamos, habíamos decidido que en esa
noche nadie se lamentaría del año anterior.
- Perdonad -La voz de A nos
sorprendió a todas, estábamos despistadas, probablemente con alguna tontería de
M- pelea con el armario.
No necesitaba más excusa. Era nuestra clave y
todas lo entendíamos. Llegaba con Z que parecía ser la que mejor entendía las “peleas con el armario”, pues
miró a A de una manera tan comprensiva
que rozaba la maternidad de la que tanto escapaba.
Me hace gracia pensar en
aquello y verla ahora como loca detrás de sus niños con esa cara de felicidad.
L, desastrosamente abrazable
No hay comentarios:
Publicar un comentario